La primera gran área de oportunidad para que la transformación educativa suceda de verdad
Pero la pregunta incómoda —esa que aparece mientras revisas la planeación a las 11 de la noche o intentas sobrevivir a un grupo saturado— sigue ahí:
¿La formación docente actual está realmente preparando a alguien para sostener ese perfil tan complejo?
Y aquí aparece la primera y quizá más grande área de oportunidad de la NEM:
entre la expectativa institucional y la formación continua que recibe el magisterio, hay un abismo.
A veces pequeño, a veces enorme, pero siempre presente.
Este capítulo expone, sin maquillaje, las brechas, desafíos y contradicciones que impiden que la formación docente sea un motor efectivo de transformación. Lo hacemos desde la escuela real, desde el análisis crítico de los insumos normativos y desde la experiencia que, día tras día, nos recuerda algo simple:
sin docentes formados, la NEM es solo otro documento.
La promesa del “docente transformador comunitario” vs la realidad formativa
La Nueva Escuela Mexicana plantea un perfil docente que podría protagonizar cualquier manual internacional de innovación educativa. Se espera que sea:
- Reflexivo
- Investigador
- Crítico
- Sensible a la diversidad
- Consciente del contexto
- Capaz de articular saberes
- Diseñador de proyectos comunitarios
- Facilitador de ambientes inclusivos
- Experto en evaluación para el aprendizaje
- Constructor de comunidad
- Actor político y social
Todo esto al mismo tiempo.
El enfoque es potente, visionario y coherente.
Pero —porque siempre hay un “pero”— la formación continua no tiene aún la profundidad, fuerza ni relevancia necesarias para sostener ese ideal.
Aquí surge el primer problema estructural:
Mientras la NEM habla de territorio, comunidad, interculturalidad crítica y evaluación para el aprendizaje, muchos cursos siguen centrados en diapositivas, documentos teóricos y actividades genéricas que no dialogan con la complejidad del aula.
Hay expectativas elevadas, pero mecanismos formativos insuficientes.
Y eso genera una tensión que, al no resolverse, cae sobre los hombros de quienes ya sostienen demasiado: los docentes.
1. La contradicción entre la filosofía de la NEM y la oferta formativa fragmentada
Para comprender esta contradicción, hay que mirar las dos orillas:
La orilla de la NEM (el deber ser)
- Formación situada
- Trabajo colaborativo
- Proyectos comunitarios
- Evaluación para el aprendizaje
- Interculturalidad crítica
- Enfoque inclusivo
- Integración curricular
- Diálogo con la comunidad
- Reflexión docente
La orilla de la formación continua actual (el ser)
- Talleres aislados
- Cursos breves con baja profundidad
- Capacitación generalista
- Materiales poco contextualizados
- Actividades teóricas sin aplicación real
- Enfoques que cambian cada ciclo
- Escasa reflexión situada
- Poca continuidad entre formaciones
El docente como intelectual, no como operador del currículo
La NEM habla de pensamiento crítico, reflexión situada, análisis del contexto y diálogo con la comunidad. Pero nada de eso se logra repitiendo definiciones ni siguiendo formatos estandarizados.
Para que un docente pueda realmente transformar su aula, necesita ser visto —y formado— como lo que es: un profesional que piensa, interpreta, analiza, decide y crea, no alguien que solo llena documentos o ejecuta instrucciones.
Un verdadero maestro transformador no se limita a aplicar el programa; lo cuestiona, lo adapta, lo mejora y lo vuelve significativo para su comunidad. Ese es el trabajo intelectual del docente: comprender la realidad en la que enseña y actuar sobre ella.
El problema es que la formación continua rara vez fomenta este papel. Muchos cursos están diseñados para que el docente “cumpla” con un contenido, no para que lo piense críticamente. Se le pide seguir pasos, no construir criterios. Se le capacita para entregar productos, no para tomar decisiones pedagógicas de fondo.
Y esa diferencia es enorme:
un operador ejecuta; un intelectual transforma.
La formación docente debe priorizar el pensamiento analítico y crítico. Sin este desarrollo, la NEM verá comprometido su propósito, puesto que el magisterio se limitará a implementar de forma mecánica los lineamientos oficiales, sin ser capaz de interpretar su contexto, dialogar con la comunidad y generar soluciones educativas apegadas a la realidad.
¿Ves la brecha?
La NEM plantea una articulación sistémica, pero la formación docente sigue funcionando por módulos sueltos, cursos desconectados, “capacitaciones” de último minuto y contenidos que, aunque bien intencionados, no logran aterrizar en los retos reales de las escuelas.
Esta fragmentación genera tres consecuencias preocupantes:
1. Poca claridad pedagógica
Cuando el discurso es amplio pero las formaciones son superficiales, el docente recibe más conceptos que herramientas.
2. Simulación involuntaria
La formación no está diseñada para transformar la práctica, sino para cumplir con asistencia.
3. Agotamiento profesional
Se pide más, pero no se proporciona el acompañamiento para lograrlo.
En otras palabras:
2. La urgencia de módulos profundos sobre evaluación para el aprendizaje, proyectos comunitarios, interculturalidad crítica y enfoque inclusivo
Estas son competencias centrales del modelo educativo actual.
Sin embargo, siguen siendo —en la práctica— los ejes menos desarrollados en la formación continua.
Evaluación para el aprendizaje
Aunque es uno de los pilares de la NEM, sigue siendo un enfoque mal comprendido por tres razones:
- Los cursos sobre evaluación suelen ser teóricos.
- No hay claridad sobre cómo retroalimentar en grupos numerosos.
- La mayoría de formaciones repiten definiciones, pero no se vinculan con casos reales.
La Evaluación para el Aprendizaje no es un contenido, es una cultura pedagógica.
Y esa cultura no se construye con una sesión virtual de dos horas.
Requiere práctica, acompañamiento y reflexión sobre evidencias reales.
Proyectos comunitarios
La formación actual no está preparando al docente para:
- Realizar diagnósticos comunitarios
- Analizar problemáticas locales
- Trabajar con actores externos
- Articular campos formativos
- Documentar procesos
- Evaluar aprendizajes durante proyectos reales
Por eso, muchos proyectos comunitarios terminan siendo actividades simplificadas:
carteles, exposiciones, ferias, collage, visitas rápidas.
Actividades válidas, sí, pero lejos del potencial transformador que la NEM propone.
Interculturalidad crítica
Este es uno de los puntos más débiles de la formación actual.
La interculturalidad crítica implica:
- Analizar desigualdades
- Discutir relaciones de poder
- Cuestionar prácticas discriminatorias
- Escuchar voces históricamente invisibilizadas
- Dialogar desde posiciones diversas
- Incorporar la vida comunitaria en el currículo
Pero los cursos o talleres sobre interculturalidad suelen quedarse en:
- “Respeto”
- “Diversidad”
- “Valores”
- Celebraciones culturales
Es decir, en una interculturalidad decorativa, no crítica.
Enfoque inclusivo
La inclusión no se aprende con un PDF.
Requiere:
- Metodologías diferenciadas
- Evaluación flexible
- Apoyos razonables
- Comprensión de barreras
- Trabajo colaborativo con la familia
- Adaptaciones curriculares de calidad
La formación actual aborda la inclusión desde la teoría, pero no enseña a resolver casos reales.
La necesidad de desaprender para poder avanzar
Hay algo que casi nunca se dice, pero que está detrás de todas las tensiones que viven hoy las y los docentes: para transitar realmente hacia la NEM, no basta aprender nuevos enfoques; también es necesario desaprender prácticas que formaron parte del trabajo docente durante décadas.
Desaprender la práctica de medir absolutamente todo.
Desaprender la uniformidad como sinónimo de “orden”.
Desaprender la obediencia como meta en lugar del pensamiento crítico.
Solo después de desmontar esos hábitos formativos —que no son culpa del docente, sino del sistema que los enseñó— es posible construir una forma distinta de estar en el aula: más abierta, más dialogada, más humana y más situada en la realidad del estudiante.
Pero aquí está el punto clave: ningún espacio formativo actual está trabajando seriamente este proceso de desaprender para reaprender. Y sin esa fase, todo nuevo modelo corre el riesgo de quedarse en superficie.
La transición pendiente entre el enfoque por competencias y el enfoque por proyectos
Una tensión que casi nadie menciona abiertamente —pero que está presente en todas las escuelas— es la transición entre el viejo enfoque por competencias y el actual enfoque por proyectos. Porque, seamos honestos: durante años se han formado a los docentes para medir saberes, registrar evidencias, desmenuzar aprendizajes esperados y mantener la “amenaza” como motivador de atención y disciplina. No era maldad, era el sistema. Un sistema patriarcal, vertical y profundamente centrado en el control y los resultados.
De pronto, la NEM pide algo completamente distinto: proyectos comunitarios, diálogo, colaboración, acompañamiento, humanización. Y ese salto no es menor. Ningún cambio de modelo puede darse por decreto; en cualquier relación humana —y la educativa lo es— la confianza se construye paso a paso. Cuando el cambio se presenta como abrupto, muchos docentes sienten desconcierto, inconformidad o incluso que se les castiga por “no hacerlo bien”, cuando en realidad están lidiando con décadas de hábitos formativos diseñados para otra lógica.
Por eso, lo más sensato para humanizar la transición no es eliminar de golpe todo lo anterior, sino construir puentes. Uno de esos puentes son los indicadores evaluables que pueden integrarse en rúbricas, no para seguir calificando como antes, sino para ayudar al maestro a visualizar la progresión del estudiante y comprender qué significa, en la práctica, un aprendizaje más humano, más situado y más sensible al contexto escolar.
Estas rúbricas no son regresión; son andamios. Y mientras los profesores reconfiguran su práctica hacia un enfoque más comunitario y reflexivo, estos instrumentos permiten transitar sin culpa ni castigo hacia una evaluación realmente formativa.
3. La falta de acompañamiento continuo y situado
Este es uno de los mayores vacíos.
Formarse no es recibir un curso; es ser acompañado mientras se transforma la práctica.
Pero hoy existe:
- Cursos sin seguimiento
- Talleres sin continuidad
- Estrategias que cambian cada ciclo escolar
- ATP saturados de trabajo administrativo
- Supervisores con carga burocrática excesiva
- Directivos sin tiempo para acompañar prácticas
Resultado: el docente queda solo.
Solo frente a la evaluación.
Solo frente al multigrado.
Solo frente a la diversidad.
Solo frente a las tensiones sociales del aula.
Sin acompañamiento situado, la formación docente se convierte en información, no en transformación.
El componente emocional del trabajo docente que nadie está formando
La NEM habla de acompañamiento, escucha activa, construcción de confianza y ambientes seguros para el aprendizaje. Pero hay un punto que sigue fuera de todas las conversaciones formativas: el estado emocional del docente.
Porque acompañar de verdad a niñas, niños y jóvenes exige algo más que estrategias didácticas. Exige estabilidad emocional, claridad mental y un nivel de contención afectiva que ninguna capacitación actual está enseñando.
Y aquí aparece una contradicción enorme:
¿Cómo generar confianza en el aula cuando llegas agotado emocionalmente?
¿Cómo acompañar trayectorias diversas cuando tú mismo estás intentando sostenerte?
¿Cómo impulsar la colaboración cuando la institución te mide y te evalúa como si trabajaras solo?
El discurso de la NEM coloca la empatía, la escucha y la sensibilidad en el centro del enfoque humanista. Pero nadie está formando a los docentes en gestión emocional, autocuidado profesional o regulación del estrés pedagógico, elementos indispensables para sostener relaciones educativas sanas.
La formación continua habla de inclusión, proyectos, interculturalidad y evaluación formativa… pero evita un tema decisivo: el docente no es una máquina pedagógica.
Es una persona que carga con historias, presiones, dinámicas escolares difíciles, problemas comunitarios y, además, la responsabilidad emocional de sus estudiantes.
Hasta que la formación docente integre el componente emocional como parte central —no como charla motivacional, sino como saber profesional— el enfoque humanista de la NEM quedará incompleto.
4. La debilidad de los cursos “a distancia”: mucha diapositiva, poca práctica
Los cursos en línea, en teoría, son una solución moderna.
En la práctica, se han convertido en:
- Webinars sin retroalimentación
- Presentaciones narradas
- Videos genéricos
- Lecturas largas con cuestionarios automáticos
- Plataformas que evalúan más la paciencia que el aprendizaje
Brecha digital y su impacto en la formación docente
A todo esto, se suma un problema que casi nunca se acepta con suficiente claridad: la brecha digital. La mayoría de los cursos asumen que todas y todos los docentes tienen el mismo dominio tecnológico, el mismo acceso a dispositivos o la misma calidad de conexión, cuando la realidad en las escuelas del país es totalmente desigual.
Cuando la plataforma se convierte en un obstáculo —porque no carga, porque el docente no recibió capacitación básica, porque la navegación es confusa o porque la actividad requiere herramientas que no todos dominan— la formación deja de ser una herramienta y se vuelve una barrera más.
No se puede hablar de una NEM que impulse lo digital si la formación tecnológica no es real, accesible, gradual y contextualizada. No hay NEM digital sin formación digital auténtica.
El problema es el modelo de formación:
poco interactivo, poco práctico, poco contextualizado.
La mayoría de cursos a distancia:
- No muestran casos de aula.
- No ofrecen ejemplos reales de evaluación formativa.
- No incluyen comunidades de práctica.
- No permiten aplicar y reflexionar sobre errores.
- No están adaptados a los niveles educativos o contextos de marginación.
Es decir:
mucha información, poca transformación.
5. La necesidad de políticas reales de formación contextualizada
La formación contextualizada implica atender el territorio, no solo el currículo.
Pero, ¿qué tenemos hoy?
- Cursos iguales para planteles muy distintos
- Capacitación estandarizada para contextos diversos
- Un enfoque centralista en la formación continua
- Escasa libertad para construir procesos formativos locales
- Falta de análisis comunitarios reales
Por eso la formación docente no termina de funcionar:
el contexto real no está entrando al proceso formativo.
Una docente en una comunidad indígena, un maestro en secundaria urbana y un multigrado en zona rural remota no necesitan lo mismo.
Sin embargo, reciben exactamente la misma formación.
Sin políticas diferenciadas y contextualizadas, la formación seguirá siendo un discurso más, no un motivador de cambio.
6. Cómo la formación actual no responde a las realidades del aula
Este es quizá el punto más importante de toda esta entrega.
La escuela mexicana enfrenta retos estructurales como:
- Violencia
- Inseguridad
- Rezago educativo
- Barreras para el aprendizaje
- Pobreza
- Falta de conectividad
- Grupos numerosos
- Sobrecarga emocional del docente
- Escuelas multigrado
- Marginación
- Diversidad cultural y lingüística
- Situaciones familiares complejas
Sin embargo, los cursos actuales rara vez tratan:
- Cómo dar retroalimentación efectiva en un grupo de 40
- Cómo atender barreras cuando no hay USAER
- Cómo gestionar el aula en contextos de violencia
- Cómo trabajar evaluación formativa en multigrado
- Cómo diseñar proyectos comunitarios cuando no hay recursos
- Cómo enseñar competencias socioemocionales sin materiales
- Cómo planear con enfoque inclusivo sin más horas de trabajo
- Cómo articular campos formativos en escuelas con infraestructura mínima
El aula real no aparece en la formación.
Mientras eso no cambie, habrá docentes informados, sí, pero no preparados para los desafíos cotidianos.
Y aquí vale la pena decir algo que pocas veces se coloca sobre la mesa, pero que en las escuelas todos sabemos:
hoy, ningún maestro puede —ni debe— cargar solo con todo.
Con el nuevo enfoque educativo, gran parte de los docentes simplemente no saben por dónde empezar. No por falta de vocación, sino porque cada niña, niño y joven es un universo completamente distinto.
Y acompañarlos no depende solo de “echarle ganas”. Requiere trabajar de verdad con psicólogos, neurólogos, terapeutas y especialistas que ayuden a entender cómo brindar confianza, apoyo emocional y condiciones para que cada estudiante aprenda hasta el máximo de sus potencialidades.
Por eso la formación docente en la Nueva Escuela Mexicana no puede seguir siendo un trámite ni una serie de cursos sueltos: es la columna vertebral que evita la improvisación y permite que el maestro actúe con certeza, no a ciegas. Sin ese andamiaje profesional y multidisciplinario, cualquier enfoque inclusivo, crítico o comunitario queda incompleto.
7. La importancia de actualizar a los docentes en metodologías activas, no solo en teoría pedagógica
Aquí está una de las grandes contradicciones:
La NEM pide enfoques activos, pero la formación sigue siendo pasiva.
La práctica docente necesita dominar metodologías como:
- Aprendizaje Basado en Proyectos
- Pensamiento Crítico
- Aprendizaje Colaborativo
- Evaluación Formativa
- Investigación Educativa
- Aprendizaje Basado en Problemas
- Pedagogías críticas
- Didáctica situada
- Aprendizaje-servicio
- Prácticas de inclusión
- Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA)
requieren práctica guiada, reportes, observación de aula, co-construcción, reflexión colectiva.
Pero los cursos actuales rara vez incluyen:
- Demostraciones reales
- Grabaciones de clases
- Análisis de casos auténticos
- Producción de evidencias
- Reflexión situada
- Retroalimentación personalizada
Sin metodologías activas en la formación, es imposible que aparezcan metodologías activas en la práctica.
8. La diferencia entre un docente informado y un docente preparado
Este punto merece estar subrayado, en negritas y con luces de neón:
Un docente preparado los aplica, los cuestiona, los adapta y los mejora.
La formación docente actual produce docentes informados.
La NEM necesita docentes preparados.
¿Cuál es la diferencia?
Docente informado
- Sabe qué es la evaluación formativa
- Conoce los principios de interculturalidad crítica
- Puede explicar qué es un proyecto comunitario
- Describe el enfoque inclusivo
- Recita el perfil de egreso
Docente preparado
- Retroalimenta con claridad y sentido
- Identifica desigualdades y las atiende con acciones concretas
- Diseña proyectos comunitarios reales, no decorativos
- Elimina barreras y adapta su práctica
- Acompaña trayectorias diversas con estrategias funcionales
La NEM necesita lo segundo.
La formación docente vigente, muchas veces, entrega lo primero.
La formación docente es, en el fondo, una apuesta por el futuro. Cada decisión sobre qué y cómo se forma a las maestras y maestros es, en realidad, una decisión sobre el país que tendremos dentro de 20 años.
Por eso este tema no es un trámite administrativo ni una tabla técnica que se revisa en oficinas; es un asunto político, ético y profundamente humano. Cuando la formación docente falla, todo el sistema se resquebraja. Pero cuando funciona —aunque las políticas educativas no sean perfectas— las aulas hacen su magia: lo transforman todo.
Conclusión:
Si la formación docente no se fortalece, la NEM corre el riesgo de convertirse en:
- un documento inspirador, pero impracticable
- un discurso innovador, pero sin impacto
- un proyecto nacional, pero sin presencia en el aula
Porque la transformación educativa no sucede en la SEP ni en los documentos normativos.
Sucede en los salones, en los patios, en los talleres, en las comunidades, en la vida diaria de los estudiantes.
Y ahí, el único agente con capacidad real de transformar —o no transformar— la educación es ese que sostiene plumones, proyectores, emociones, conflictos, planeaciones, rezagos, sueños y emergencias:
la maestra, el maestro.
Por eso esta es la primera entrega de la serie:
porque sin una formación docente profunda, contextualizada y continua, todo lo demás se queda corto.
La buena noticia es que esta área de oportunidad no es un destino:
es un camino posible.
Pero para recorrerlo, la formación docente debe dejar de ser un requisito administrativo y convertirse en una política educativa seria, sostenible, situada y transformadora.
La formación docente es el eje que puede salvar o hundir a la NEM.
🗣️Conversemos:
👉 ¿Tu formación docente ha estado a la altura de lo que la NEM exige?
👇 Déjanos tu comentario. Tu experiencia es clave para entender qué funciona y qué debe cambiar.
Hasta aquí, una mirada franca de lo que la NEM promete… y lo que todavía está pendiente por materializar.
Si esta serie existe es porque tú y yo sabemos que la escuela mexicana merece materiales, prácticas y decisiones a la altura de sus estudiantes.
Ahora sí, vamos a lo que sigue: la Entrega 2, donde ponemos bajo la lupa —sin concesiones— los materiales educativos: su propósito, sus aciertos, sus vacíos y lo que realmente necesitan las y los docentes para transformar el aula.
Acompáñanos.
¡Un abrazo! 🚀


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