El estudiante que nunca entregaba tareas (y la maestra que por fin entendió por qué)
Diego, quien acumulaba un historial negativo en cada evaluación, tenía tantas incidencias que ya parecía parte del calendario escolar.
Nunca entregaba tareas.
Nunca llevaba el cuaderno completo.
Nunca participaba.
Cada fin de trimestre, el mismo ritual: números bajos, notas en rojo y una frase repetida hasta el cansancio:
— “El estudiante no cumple con las actividades.”
Pero un día, su maestra nueva decidió hacer algo que parece simple, pero que es profundamente transformador:
Preguntar.
Y la respuesta que Diego dio rompió la percepción que todos tenían:
— “No puedo hacer tarea… en mi casa no hay luz desde hace dos meses.”
Ahí estaba la clave.
No era flojo.
No era desinteresado.
No era indisciplinado.
Era un niño intentando sobrevivir con dignidad.
En ese instante, la maestra lo entendió todo:
el problema nunca fue Diego, sino una evaluación punitiva, rígida, centrada en tareas, listas y productos que jamás consideraron su realidad.
Ese día, ella dejó de evaluar para clasificar y empezó a evaluar para comprender.
Y la historia cambió.
Evaluación para el aprendizaje: un principio fuerte con un sistema que todavía está atrapado en el pasado
Hablar de evaluación para el aprendizaje, evaluación inclusiva, retroalimentación formativa y “proceso evaluativo” suena claro en los documentos.
Pero en la práctica cotidiana… la escuela mexicana sigue evaluando como en 1990, aunque el mundo va en 5G.
Y esta contradicción es una de las áreas de oportunidad más urgentes de la NEM.
¿Qué es la evaluación para el aprendizaje y por qué importa?
La evaluación para el aprendizaje (o evaluación formativa) no es un evento, ni un examen, ni un número en una boleta.
Es un proceso continuo para:
- Observar cómo aprende la o el estudiante.
- Detectar dificultades a tiempo.
- Acompañar el proceso con retroalimentación clara.
- Ajustar la enseñanza para que nadie se quede atrás.
Pero, aunque la NEM la menciona en todos lados… en la realidad de las aulas todavía reina la otra cara:
- Exámenes que clasifican.
- Tareas como castigo.
- Rubricas rígidas copiadas de internet.
- Productos que no miden aprendizaje, sino “bonito cuaderno”.
La evaluación inclusiva es fundamental, pero el sistema no le da tiempo, capacitación ni condiciones para que ocurra.
El terreno práctico: donde la evaluación formativa tropieza con la realidad
Aquí está el problema estructural:
Muchos docentes sí quieren evaluar mejor… pero el sistema no se los permite.
Las barreras reales:
- Grupos saturados (35, 40 o más estudiantes).
- Falta de tiempo para retroalimentar de forma individual.
- Carga administrativa absorbente.
- Formatos que nadie usa para mejorar, solo para “entregar”.
- Supervisiones que piden evidencias, no aprendizaje real.
La NEM habla de “evaluación para aprender”, pero la escuela sigue operando con:
- Exámenes de opción múltiple
- Proyectos que se hacen en casa (y a veces los hace mamá o papá)
- Cuadernos como evidencia principal de desempeño
- Revisión de listas y “cumplimiento”, no de procesos
- Prioridad en “ver todo el programa” (cubrir los proyectos a tiempo)
Evaluación numérica: la práctica arraigada que la NEM no ha podido expulsar
Aunque la NEM insiste en la evaluación formativa…
La realidad es que las calificaciones numéricas siguen dominando:
- “¿Cuánto sacó tu hijo?”
- “¿Va a pasar?”
- “¿Entregó todo?”
- “¿Tiene tareas?”
Los docentes siguen sometidos a reportes trimestrales exigentes.
Los supervisores siguen pidiendo formatos, porcentajes y gráficas.
El número se volvió el estándar para considerar que alguien “aprende”.
Y, claro:
Lo que se evalúa define lo que se enseña.
Si se evalúa memorización → se enseña memorización.
Si se evalúa productos → se enseña a cumplir.
Si se evalúa pensamiento → se enseña a pensar.
La evaluación para el aprendizaje exige lo contrario:
procesos auténticos, no números vacíos.
La verdad es que, aunque la NEM propone una evaluación distinta, en el día a día muchos maestros regresan a lo de siempre: medir, poner números y basarse en el “cumple o no cumple”. Por eso es clave apoyarse en evidencias o rúbricas simples que ayuden a explicar por qué se toma una decisión y no dejarlo solo a la percepción, que muchas veces se deja llevar por hábitos viejos como la conducta, la asistencia o el “se ve que trabaja”.
Retroalimentación formativa: el corazón de la evaluación para el aprendizaje
La retroalimentación formativa es la práctica que más impacta en el aprendizaje según décadas de investigación.
Pero en México ocurre muy poco.
Y cuando ocurre, suele ser:
- “Corrige.”
- “Falta atención.”
- “Esfuérzate.”
- “Bien.”
- “Excelente”
Eso no es retroalimentar.
Eso es comentar.
La retroalimentación para aprender exige:
- Claridad: qué hice bien y por qué.
- Ruta: qué debo mejorar y cómo hacerlo.
- Modelo: mostrar ejemplos del nivel esperado.
- Acompañamiento: revisar si avancé.
Sin ella, la evaluación es como decirle a alguien que está perdido… sin darle un mapa.
El supervisor que pedía rúbricas que ni él sabía usar
En una zona escolar del país, el supervisor llegó un lunes con la instrucción del mes:
— “Todos deben entregar rúbricas flexibles, evidencias formativas y registros de retroalimentación de cada estudiante.”
Otra semana de llenar papeles, no de enseñar.
Pero lo más curioso pasó cuando una maestra —valiente— preguntó:
— “¿Supervisor, podría explicarnos cómo debe aplicarse la rúbrica flexible en una actividad de comprensión lectora?”
Silencio.
Un silencio largo, incómodo, casi pedagógico.
Al final, él solo respondió:
— “Ustedes saben, ustedes saben… nomás háganlas bien.”
Ahí estaba el problema:
La estructura pide herramientas que no domina.
Las escuelas reportan procesos que no existen.
Y los estudiantes reciben una evaluación que no les sirve.
La evaluación inclusiva: donde más se requiere y donde menos se aplica
En comunidades con:
- Rezago
- Lenguas originarias
- Violencia
- Pobreza
- Migración
- Multigrado
La evaluación formativa debería ser la norma.
Es la única manera de evitar que un estudiante quede fuera.
Pero ocurre lo contrario:
- Se reprueba por faltas.
- Se acredita por tareas.
- Se penaliza por no llevar material.
- Se evalúa igual a quienes viven realidades diferentes.
Es decir:
El gran obstáculo: falta de capacitación real para evaluar para el aprendizaje
La mayoría de los cursos o talleres sobre evaluación:
- Son teóricos.
- Duran pocas horas.
- Son webinars con diapositivas.
- No aterrizan en la práctica.
- No contemplan realidades del aula.
La evaluación inclusiva requiere:
- Estrategias
- Ejemplos reales
- Modelos de retroalimentación
- Acompañamiento situado
- Observación de clases
- Ajustes pedagógicos
Pero el sistema sigue formando un día… y esperando resultados todo el ciclo escolar.
Evaluación para el aprendizaje vs. evaluación para clasificar: dos mundos distintos
La diferencia es enorme:
Evaluar para clasificar
- Busca números
- Mide productos
- Reprueba
- Ordena
- Identifica “buenos” y “malos”
- Usa exámenes rígidos
- Motivación: evitar castigos
Evaluar para el aprendizaje
- Acompaña
- Retroalimenta
- Observa procesos
- Detecta dificultades
- Ajusta la enseñanza
- Ofrece segundas oportunidades
- Motivación: mejorar
La NEM propone la segunda.
El sistema sigue operando con la primera.
¿Cómo se evalúa en contextos difíciles? (multigrado, violencia, pobreza, rezago)
Aquí es donde la evaluación para el aprendizaje demuestra su valor.
En aulas donde:
- Los estudiantes llegan con hambre
- Hay niños cuidando hermanos
- El internet no existe
- Hay 3 grados en un solo salón
- La violencia se siente cada semana
La evaluación formativa permite:
- Reconocer avances pequeños
- Adaptar actividades
- Valorar procesos
- Evitar castigos absurdos
- Dar más tiempo
- Flexibilizar evidencias
La evaluación como proceso (y no como trámite)
El mayor cambio que México necesita:
Que la evaluación deje de ser un trámite y se convierta en una actividad constante de aprendizaje.
La evaluación para el aprendizaje no debería hacerse por obligación, sino porque:
- Mejora la enseñanza
- Reduce el rezago
- Aumenta la participación
- Construye confianza
- Fomenta pensamiento crítico
- Impulsa autonomía
Cuando la evaluación es auténtica, la escuela cambia.
Conclusiones:
La NEM tiene una visión potente:
evaluar para que las y los estudiantes aprendan.
Pero la realidad muestra una resistencia sistémica:
- Supervisiones que piden papeles, no procesos
- Docentes saturados
- Falta de capacitación a profesores
- Poca retroalimentación formativa
- Exámenes que pesan más que el aprendizaje
Hasta que no cambiemos la cultura evaluativa, seguiremos repitiendo historias como la de Diego:
Estudiantes que reprobaron por condiciones, no por capacidades.
🗣️Conversemos:
👉 ¿Tu supervisión y tu escuela impulsan la evaluación para el aprendizaje… o siguen atrapadas en la calificación y el papeleo?
👇 Cuéntanos tu experiencia. Lo que tú vives en el aula es clave para entender qué funciona y qué urge transformar.
Hasta aquí, una mirada honesta al gran desafío de la evaluación para el aprendizaje y al esfuerzo que todavía falta para dejar atrás la cultura de la calificación castigadora.
Si esta serie continúa, es porque tú y yo sabemos que evaluar bien no es una alternativa: es el núcleo del aprendizaje auténtico.
Ahora sí, vamos a la siguiente parada:
👉 La Entrega 6: Participación familiar, donde analizaremos por qué la corresponsabilidad se ha convertido en discurso, pero no siempre en práctica… y cómo reconstruir este puente esencial entre escuela y comunidad.
Acompáñanos.
¡Un abrazo! 🚀

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