▷ ENTORNO POSITIVO de APRENDIZAJE en el AULA 🥇

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 El entorno positivo de aprendizaje es el conjunto de creencias, valores, experiencias, juicios, expectativas, estímulos, comparaciones, compromiso y resiliencia que orientan el pensar, sentir y actuar de los estudiantes y profesores con respecto al abordaje de los contenidos de estudio normativos.


La manera de comportarse del alumno ante una situación didáctica auténtica o proyecto de aprendizaje, cobra relevancia en su empeño y proceder para desarrollarlos u oponerse a los objetivos de estudio que se persiguen con su implementación.


Por tal razón, el impacto de la intervención docente enfocada hacia el logro de los propósitos de aprendizaje es trascendental; ya que los procedimientos de mediación, la actitud del maestro y el ambiente que genera en el aula son características esenciales a considerar en las propuestas de enseñanza; con el fin, de que los niños o jóvenes persistan y no desistan en su intento por alcanzar competencias de formación académica y personal en la escuela.


De acuerdo a la zona de población, localización geográfica, densidad de población, condición de los servicios básicos, situación económica, política, social, cultural y religiosa; aunado a los planes y programas de estudio, hacen un tanto complicada la labor educativa; debido a la falta de recursos fundamentales persistente en la región.


Esta disparidad de bienes en las localidades produce sesgo cognitivo en los estudiantes a la hora de resolver desafíos de aprendizaje; dado que, en la mayoría de ocasiones, estas propuestas involucran conceptos que son desconocidos, lo que causa confusión en algunos alumnos o representa un reto para otros. 


Incluso los libros de texto exponen ideas improvisadas en sus ejercicios que aparentemente cumplen su cometido pedagógico; sin embargo, la mejor fórmula al educar es que el maestro les dé un toque contextual a las tareas durante las progresiones de aprendizaje; de lo contrario, suelen originar frustración y resistencia al cambio en los alumnos, lo que dificulta la evolución del conocimiento.


Cuidar la forma de plantear situaciones didácticas de aprendizaje por parte del educador; permite que los estudiantes estén familiarizados con los temas y cuenten con un repertorio de experiencias previas que le posibilitan continuar avanzando por si solo y con plena confianza en sus capacidades y habilidades para resolver problemáticas con éxito.


La motivación interna de un individuo por aprender influye en sus acciones y se moldea con las expectativas positivas o negativas que le produce esta actividad; además, este aliciente se complementa con un estímulo externo que adquiere de la opinión de profesores, padres, compañeros y el roce social; que involucran las vivencias escolares de estas personas con respecto a los contenidos que se afrontan y que no necesariamente favorecen las acciones educativas.


Existe un sector de estudiantes que reconocen la importancia de los contenidos de estudio y otro grupo que realizan las tareas formativas por obligación; los primeros son más comprometidos y consideran los trabajos como una ocasión para poner en práctica sus saberes; en contraparte los segundos requieren de un estímulo extrínseco (premios o castigos), para llevar a cabo las situaciones o proyectos de aprendizaje.


Por lo anterior, los profesores deben investigar en un primer momento, las afinidades y preferencias de los estudiantes por ciertas materias; a fin de integrarlas y adecuarlas a la planeación y secuencia didáctica; para de este modo, despertar la curiosidad e interés por adquirir nuevas competencias desde la mediación educativa.


A medida que los niños y jóvenes avanzan en los grados escolares las autoridades educativas, padres y maestros valoran más las capacidades cognitivas, que el esfuerzo de estos en la búsqueda del aprendizaje; por lo que la comparación con los parámetros e indicadores académicos, provocan en los alumnos desconfianza en sus capacidades y habitualmente se rinden con facilidad ante algún desafío de aprendizaje desmedido. 


Por las razones antes mencionadas, aclarar y preparar a los alumnos en la regulación de su fuerza de voluntad como impulso natural para conseguir lo que se proponen; trae como resultado un mejor rendimiento escolar; y, para ello, es fundamental la retroalimentación y acompañamiento del maestro; con el propósito de propiciar metacognición en su desenvolvimiento en las clases.   


Algunos estudios señalan que los fines de aprendizaje se alcanzan con facilidad si entre estudiantes y profesores se da una comunicación abierta; es decir, en condiciones de igualdad y transparencia; para fijar acuerdos en común que beneficien el proceso de enseñanza y aprendizaje; por lo cual, ambas partes se ven comprometidas a brindar su máximo esfuerzo. 


La capacidad de diálogo entre alumnos y profesores con respecto a un planteamiento de aprendizaje basado en proyectos, por ejemplo; puede favorecer la negociación sobre si esta actividad debe ser resuelta individualmente o por equipos; de esta manera, si el profesor considera las preferencias de los estudiantes, gana autoridad y los estudiantes libertad de decisión. 


En un entorno favorable para el estudio, alumnos y maestros participan, dialogan y construyen acuerdos; haciendo del proceso educativo un espacio de colaboración activa que legitima el aprendizaje y la intervención docente. 


La cualidad de concentración de los estudiantes en el transcurso de las lecciones se ve dispersa; en virtud de la cantidad de agentes internos y externos que modifican su comportamiento; entre ellos el uso frecuente de la tecnología y el fácil acceso a la información; de tal modo que el maestro vive una lucha constante por la atención dentro del salón de clases.  


Con este antecedente, es inevitable el empleo de la tecnología en la práctica docente como recurso de apoyo, para incrementar el interés de los estudiantes por aprender. 


Los especialistas sugieren que el aprendizaje es más significativo para los estudiantes cuando tienen relación directa con la realidad, sus aspiraciones, áreas de oportunidad y esperanzas de mejora de su condición general.


El interés del profesor por ofrecer a sus estudiantes un entorno favorable para el aprendizaje; coadyuva a que la formación sea motivante, agradable y perdure a lo largo del tiempo. 


Cuando el educador es consciente de su labor educativa; se propone transformar la realidad social de donde se desempeña, reconoce las limitaciones para superarlas, ayuda a los estudiantes en la consecución de su proyecto ético de vida y busca que estos principios trasciendan al entorno comunitario; de este modo, estará construyendo un entorno positivo para el aprendizaje.


Te invito a ver el VIDEO del artículo en el siguiente link:
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Ahora que conoces más sobre el entorno positivo de aprendizaje en el aula; te invito a adaptar estos conceptos a tu práctica docente. 


¡Saludos y éxito! 🚀​

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