En México, la Nueva Escuela Mexicana (NEM) llegó con promesas de transformación: un sistema educativo que, en teoría, busca poner en el centro a las y los estudiantes, impulsando el aprendizaje significativo, la formación de valores y el desarrollo integral. Sin embargo, en la práctica, nos encontramos con un dilema inquietante: muchas escuelas enseñan, pero no educan.
Esta afirmación no es una exageración ni una acusación gratuita. Basta con mirar lo que sucede en cientos de aulas: los alumnos completan tareas, cumplen con proyectos y memorizan contenidos, pero salen al mundo real sin herramientas sólidas para tomar decisiones, resolver problemas éticos o proyectar su vida más allá del próximo examen. El modelo por proyectos, eje metodológico de la NEM, ha generado expectativas y también desconcierto, pues no siempre se traduce en verdadera formación humana.
💡 Dato clave: Estudios educativos advierten que menos del 40% de los estudiantes de secundaria pueden aplicar los conocimientos aprendidos en la escuela para resolver problemas reales de su comunidad.
Enseñar vs educar: dos verbos que no son sinónimos
A primera vista, "enseñar" y "educar" parecen ir de la mano. Pero en la vida real, y sobre todo en la educación mexicana actual, cada palabra carga con una misión distinta:
Enseña | Educar |
---|---|
Transmitir conocimientos y habilidades | Formar valores, actitudes y juicio crítico |
Centrado en contenidos y resultados académicos | Centrado en el desarrollo integral del individuo |
Puede medirse con exámenes y tareas | Se refleja en la vida diaria y decisiones personales |
Facilitar el acceso a información | Se extiende más allá de lo académico |
En la mayoría de ocasiones, las escuelas cumplen con la primera parte, pero descuidan la segunda. Esto crea una generación de estudiantes que saben “hacer” pero no siempre saben “ser” o “convivir”.
Y aquí es donde la Nueva Escuela Mexicana enfrenta su gran reto: ¿cómo equilibrar la instrucción académica con la formación integral del individuo?
La propuesta de la Nueva Escuela Mexicana: intenciones nobles, ejecución confusa
La NEM se presentó como una estrategia para dejar atrás la educación tradicional memorística y competitiva, apostando por una formación inclusiva, humanista y socialmente responsable. Entre sus principios centrales destacan:
- Aprendizaje significativo: conectar los contenidos escolares con la vida real.
- Equidad e inclusión: atender a todas y todos los estudiantes, respetando sus contextos.
- Participación comunitaria: involucrar a familias y comunidades en el proceso educativo.
- Enfoque por proyectos: priorizar actividades integradoras sobre clases fragmentadas por materias.
En el papel, el planteamiento parece perfecto. Pero, como suele pasar en educación, la brecha entre la teoría y la práctica es profunda.
La aplicación del enfoque por proyectos ha generado entusiasmo en algunos sectores, pero también confusión y resistencia en otros. Directivos, docentes, padres y estudiantes interpretan el concepto de maneras distintas, lo que lleva a inconsistencias y resultados desiguales.
El enfoque por proyectos: ¿metodología revolucionaria o tendencia pasajera?
El aprendizaje basado en proyectos no es nuevo. Ha sido utilizado en países con sistemas educativos robustos y con una cultura escolar colaborativa. La idea es que los estudiantes desarrollen un proyecto —desde la investigación hasta la presentación final— que les permita integrar diferentes saberes para resolver un problema real.
En la Nueva Escuela Mexicana, este enfoque se promueve como la vía para conectar la escuela con la vida. Sin embargo, en la práctica mexicana surgen desafíos importantes:
- Capacitación insuficiente para docentes: La inmensa mayoría de los maestros no han recibido formación sólida en esta metodología, por lo que improvisan o replican proyectos superficiales.
- Recursos limitados: no todas las escuelas tienen materiales, conectividad o espacios adecuados para desarrollar proyectos de calidad.
- Evaluación confusa: ¿cómo medir el aprendizaje en un proyecto? ¿por el producto final, el proceso o ambas cosas?
- Participación desigual: en trabajos grupales, algunos estudiantes cargan con todo el trabajo mientras otros participan mínimamente.
El resultado: en lugar de aprendizajes profundos, regularmente se obtienen presentaciones vistosas, pero con un contenido limitado o repetitivo.
📉 Problema frecuente:
En muchas escuelas, la calificación final se asigna con base en criterios tradicionales como presentación limpia, orden y cumplimiento de fechas, sin medir realmente el aprendizaje profundo.
La confusión de los actores educativos: una cadena de interpretaciones
Uno de los mayores problemas que enfrenta la implementación de la NEM y su enfoque por proyectos es que cada actor educativo lo entiende y aplica de manera distinta.
📌 Voz de una docente de secundaria en Chiapas:
“Nos dicen que trabajemos por proyectos, pero no nos dan ejemplos claros. Entonces cada maestro lo entiende diferente. A veces parece más un concurso de carteles que un aprendizaje profundo.”
- Autoridades educativas: impulsan lineamientos generales, pero no siempre ofrecen guías claras y realistas para el contexto de cada escuela.
- Maestros: interpretan los proyectos desde su experiencia y recursos disponibles, lo que genera disparidad entre escuelas e incluso entre grupos del mismo plantel.
- Padres de familia: algunos creen que los proyectos sustituyen el aprendizaje formal, otros piensan que son “manualidades” sin valor académico.
- Estudiantes: reciben el mensaje de que el producto es más importante que el proceso, lo que puede llevarlos a priorizar la presentación sobre la profundidad.
- Comunidad en general: percibe que la escuela está cambiando, pero no siempre entiende hacia dónde.
Esta confusión no solo afecta la calidad del aprendizaje, sino que también debilita la confianza en el sistema educativo.
La evaluación: el talón de Aquiles del aprendizaje por proyectos
Evaluar un proyecto es más complejo que calificar un examen. Se deben considerar:
- La investigación realizada.
- La creatividad y originalidad de la propuesta.
- La capacidad de resolver problemas.
- La calidad del trabajo en equipo.
- La aplicación de conocimientos previos.
Pero en la práctica, la evaluación habitualmente se reduce a criterios basados en la opinión personal: presentación limpia, cumplimiento en tiempo y forma, y si “se ve bien” a los ojos del docente.
Esto deja un vacío de formación: estudiantes que aprueban sin haber comprendido a fondo los contenidos o sin haber desarrollado habilidades críticas para su vida futura.
🎯 Ejemplo en primaria urbana:
Un grupo de sexto grado desarrolló un proyecto para crear un huerto escolar. La experiencia incluyó investigación sobre plantas, matemáticas para calcular espacios, y lenguaje para redactar instructivos. Los estudiantes aprendieron y disfrutaron.
Problema: la evaluación final se basó solo en la presentación del huerto y no en el proceso de investigación, lo que dejó a varios sin reconocimiento por su esfuerzo y aportes no visibles.
Formación del proyecto de vida: la gran deuda de la escuela
El verdadero objetivo de la educación —y aquí no hay modelo que pueda eludirlo— es formar personas capaces de construir un proyecto de vida sólido, ético y realista.
Sin embargo, cuando el trabajo escolar se limita a cumplir con entregas y evidencias, sin conectar las experiencias con la toma de decisiones personales, el proyecto de vida queda incompleto.
- Gran parte de los egresados de secundaria o preparatoria no saben:
- Qué les apasiona o motiva.
- Cómo tomar decisiones informadas.
- Cómo enfrentar frustraciones o fracasos.
- Qué camino académico o laboral seguir.
Y esto no es culpa exclusiva de los estudiantes: es consecuencia de un sistema que enseña mucho, pero educa poco.
📌 Voz de un exalumno de bachillerato:
“Hicimos proyectos todo el tiempo, pero nunca alguien me ayudó a entender qué quería hacer con mi vida. Sabía hacer una presentación en PowerPoint, pero no qué carrera seguir.”
¿Dónde queda la educación emocional y ética?
Un sistema que presume formar ciudadanos responsables no puede descuidar la educación emocional. Sin embargo, en múltiples escuelas la formación socioemocional queda relegada a momentos aislados: una charla ocasional, un taller una vez al año o una actividad especial que se olvida al día siguiente.
En un enfoque por proyectos mal implementado, esta dimensión queda aún más debilitada, porque el tiempo y los recursos se concentran en cumplir con la evidencia final, no en acompañar el crecimiento personal del estudiante.
Las paradojas de la Nueva Escuela Mexicana
La NEM, en su intento por romper con lo tradicional, ha caído en algunas paradojas que vale la pena señalar:
- Más libertad, pero menos claridad: se promueve la autonomía escolar y docente, pero sin un marco operativo claro.
- Menos exámenes, pero más presión: al reducir las pruebas escritas, se aumenta la exigencia en los proyectos, lo que genera estrés y desigualdad.
- Más inclusión, pero mismos obstáculos: el discurso es inclusivo, pero los recursos y la capacitación no siempre alcanzan a las comunidades más vulnerables.
- Aprender haciendo, pero sin garantizar el aprendizaje: la metodología activa no siempre asegura profundidad en los contenidos.
Ventajas y riesgos del enfoque por proyectos
Ventajas potenciales | Riesgos si se aplica mal |
---|---|
Conecta con la vida real | Proyectos superficiales |
Favorece trabajo en equipo | Participación desigual |
Desarrolla creatividad | Enfoque en la forma, no en el contenido |
Integra varios campos formativos | Falta de evaluación formativa |
Reflexión final
La pregunta que queda abierta: ¿Está la Nueva Escuela Mexicana formando ciudadanos honestos o solo está cumpliendo con un formato atractivo para los documentos oficiales?
El enfoque por proyectos puede ser una herramienta potente si se aplica con precisión, capacitación y acompañamiento. Sin estos elementos, corre el riesgo de convertirse en una moda educativa que deja vacíos en la formación global de los estudiantes.
Queda en manos de la comunidad educativa —docentes, autoridades, familias y estudiantes— decidir si vamos a seguir conformándonos con escuelas que enseñan, pero no educan, o si realmente vamos a trabajar por una educación que forme personas capaces de construir su propio futuro.
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Ahora que conoces más sobre las Escuelas que enseñan, pero no educan; te invito a adaptar estos conceptos a tu práctica docente.
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